La deforestación es un problema importante a lo
largo de los trópicos. El descontrol
en la tala de árboles, especialmente de maderas duras y preciosas, cada
vez va a más. El
cultivo de subsistencia es practicado por millones de gentes, los
cuales cultivan la
tierra quemando una parte del bosque y plantando cosechas en un suelo
aparentemente rico.
El problema es que a pesar del aspecto frondoso del bosque, el suelo
subyacente no es
fértil. Su fertilidad no es inherente, viene de una interacción
compleja de las plantas,
árboles, bacterias e insectos que viven únicamente en el bosque.
Después de quemar el
bosque, las cosechas pueden únicamente crecer por un par de años antes
de que el suelo
se agote y el granjero cambie a otro lugar para quemar otra sección de
bosque, dejando
detrás un espacio muerto, directamente expuesto al sol abrasador y a la
lluvia
torrencial. La tierra necesita muchos años para recuperarse y a veces
nunca se recupera.
Es más, si el mantillo se pierde, la tierra nunca se recuperará del
todo y el mantillo
terminará en ríos y arroyos, ocasionando un disturbio ecológico
adicional río abajo.
Aún cuando la fertilidad de la tierra se recuperara, nunca
verdaderamente volvería a su
estado original, como discutiremos más adelante.
El aspecto más triste de la destrucción de bosque
es la pérdida de especies. El
bosque de lluvia es un laboratorio virtual de bacterias
interdependientes, musgos,
líquenes, bromelias, epiphytes, árboles e insectos. La mayoría de estos
ni siquiera han
sido catalogados ni mucho menos estudiados. Algunos de los
descubrimientos médicos más
beneficiosos, en tiempos recientes, han venido desde formas de vida
procedentes del bosque
de lluvia. Se ha aprendido que cada parte del bosque contiene algunas
especies únicas que
evolucionaron y viven únicamente en esta parte del bosque. Cada milla
cuadrada del bosque
da a conocer nuevas especies únicas en esa área. Cuando esa parte del
bosque se
destruye, las especies únicas de esa parte se pierden para siempre.
Interesadamente, es realmente posible cultivar en
el bosque sin ocasionarle un daño
serio, pero el método únicamente es practicado por los Lacondon, un
grupo pequeño de
Indios. Los Lacondon examinan el bosque y seleccionan áreas que
desaguan bien. Así,
evitan áreas que contienen maderas duras y en las que el suelo se moja
demasiado. En
Abril, queman una sección del bosque e inmediatamente plantan árboles
de crecimiento
rápido, tales como papaya y plátano, para proteger el suelo. Luego
plantan maíz, ajo,
patatas dulces y muchas otras cosechas. Ellos plantan de tal manera que
cada pulgada
cuadrada del suelo se cubrirá, remedando el estilo del bosque de
lluvia, que
continuamente protege el suelo. El rendimiento de la tierra permite
cosechar varios años
y después vuelve a su estado silvestre. Incluso después, los árboles
frutales
continúan produciendo. Después de algunos años la tierra se recupera y
el mismo proceso
puede repetirse. Así, es posible cultivar en el bosque de lluvia sin
destruir
permanentemente el suelo. Desgraciadamente estos métodos se usan rara
vez y seguramente
no son compatibles con técnicas modernas de cultivo y maquinaria.
Los científicos tienen sospechas de que hay un
nexo entre la destrucción de los
bosques de lluvia y el calentamiento global del planeta, pero los
científicos no han
probado aún, convincentemente, el nexo. Más aún, en los círculos
científicos el
concepto de calentamiento global está abierto todavía a discusión. Sin
embargo, el nexo
entre los bosques y el clima local es fácilmente observable aquí mismo
en Guatemala.
Arriba en las montañas de los bosques de lluvia en las Verapaces es
fascinante mirar el
ciclo de lluvia en el bosque: el sol sale, y uno puede ver el vapor de
agua que sale del
bosque, condensándose en el cielo y formando más nubes que precipitan
la lluvia
nuevamente sobre el bosque.
El área alrededor de El Rancho, a lo largo de la
Carretera Caribeña entre Río Dulce
y Ciudad de Guatemala, es un ejemplo de qué puede suceder después del
corte total del
bosque. Este área tiene el suelo curtido expuesto, matorral ocasional,
hierbas amarillas
y dos tipos destacados de cactus. Pero en el pasado no era así. Hank
McLaughlin, un
residente de Guatemala por largo tiempo, recuerda los tempranos 80'
cuando era todavía un
bosque siempre verde. En el espacio de 20 años, centenares de millas
cuadradas de
Guatemala se han convertido en un desierto árido y caliente. Los
residentes del área
pueden recordar cuando había abundantes pinos y las temperaturas eran
mucho más bajas.
Los efectos locales se observan también en Guatemala capital. Ha
crecido muchos en los
últimos 20 años y ahora se extiende en todas las direcciones sobre las
colinas que la
rodean. Los residentes locales se quejan que las temperaturas en la
ciudad antes eran
mucho más frías, antes de que las colinas de alrededor se cubrieran con
el cemento y el
asfalto.
Hay dos aspectos en el problema que necesitan ser
diferenciados. 1) Las compañías de
madera que cosechan árboles para ganar beneficios. 2) Las poblaciones
Indígenas que
practican el "corte y quema" para subsistir cultivando. El primer
problema debe
ser discutido por los gobiernos y por la gente en las naciones
desarrolladas, aquellos
quienes suplican los productos hechos con maderas duras tropicales. La
solución al
segundo problema es la educación y la asistencia. El desmonte no
controlado del bosque y
el "corte y quema" para cultivos de subsistencia, puede haber sido
aceptable
cuando la población del mundo era inferior, pero hoy estas prácticas
ponen seriamente en
peligro los bosques en todo el mundo. La población indígena es
receptiva y comprenden el
problema, una vez ellos se han hecho conscientes de el. Pero la
educación debe incluir
algo más que simplemente concienciación. Millones de gente que
practican el "corte
y quema" para cultivos de subsistencia tienen familias que alimentar.
La educación
debe incluir las soluciones que permitan a esta gente cultivar por
medio de métodos
sustentables.
|